EPISODIO I. VEROANUS


Vero había vomitado la oración que provocó la imagen. Esa imagen giró en mi cabeza durante toda la semana.
Era martes, esos martes nuevos en mi vida de separada. Mis hijos se iban a la casa del padre y me encontraba con un tiempo vacío que, de alguna manera, necesité empezar a llenar. Sería de suponer que saldría a tomar algo con amigas, al cine, o a recorrer alguna vidriera. No, mi vida era completamente diferente, pero completamente igual.
Así es como enfilaba casi siempre para la casa de Vero, mi comadre, y compartía con ella el eterno ritual nocturno de toda mujer con marido e hijos.
Es muy cierto, al comprobarlo, de qué manera cambia la visión según el ángulo de donde se mire.
Estaba sentada tomando una cerveza, y observando, cómo una Vero desbordada, hacía lo mismo que yo había hecho durante años. — Cociné bifecitos con cebolla ¿a vos te sale bien el arroz en el microondas? Estoy apuradísima porque le dije a Ale que dejaba los chicos bañados, comidos y me iba al shopping a comprar el regalo de Pía, no te conté, pasé por esa feria de ropa tan famosa, ahora te muestro las gangas, ¡chicos, al agua!,¿probaste alguna vez ponerle queso crema a los bifes?, apaguen esa computadora, Joaco laváte el pelo ¿a qué hora cierra el shopping?
Yo miraba atónita una escena que me resultaba harto familiar.
La seguí hasta el baño, donde ya estaban pijamas y chinelas listos. Había terminado la lucha higiénica, con un eterno piso empapado, consecuencia de los también eternos juegos acuáticos
Es de saberse que, acompañando cada acto de una madre, existe una gran dosis de educación. Por eso, un baño no es sólo un baño, es también una lección de:
Puericultura: —Secáte bien entre los dedos, que si no, vas a tener hongos.
Economía: —No dejes el jabón en el agua, se deshace y dura dos días.
Seguro de vida: —Agarráte del barral para no resbalarte, o te rompés la cabeza, y terminamos en el sanatorio, sólo porque a vos se te ocurrió dar demostraciones de danzas en la bañera.
Historia: — ¡Ustedes se quejan porque se tienen que bañar! Qué hubiese dado esa pobre gente del siglo pasado, que tenía que acarrear tachos desde el río a falta de agua corriente.
Pero, por sobre todo, una clase de amor. Nada más hermoso que poder acariciar sus cuerpos cuando todavía no existen pudores.
Fue la bendita frase de Vero que terminó con mi disertación mental sobre el baño:—¡Me falta el plumero en el culo! —gritó totalmente empapada.
No pude contener la risa. Era el corolario de la imagen perfecta de las tan denigradas Amas de casa.
Sí, podría aprovechar y, con el plumero en el culo, quitarles tierra a los muebles mientras les pone el pijama a los chicos. O se podría poner en el culo la escoba y barrer al mismo tiempo que controla si le salió bien el arroz en el microondas. Por qué no el lampazo y limpiar el patio mientras tiende la ropa.
No fuimos al shopping. Obviamente, se hizo tarde.
Volviendo a casa, no entendía cómo pueden resultarme tan vacíos mis tranquilos martes por la noche.


Estarán esperando un final de historia tipo Ave Fénix, el renacimiento de la sometida Ama de Casa:
A saber; por tanto usar a la fuerza los elementos de limpieza en el culo Vero nota una inquietante sensación que literalmente inquieta su "parsimonia doméstica". Una noche, abre la puerta. Sale. La cierra con furia, poniendo llave a educaciones, bifecitos, plumeros e intentos de shopping. Ahora retomó exitosamente la carrera laboral que había pospuesto en pro del núcleo familiar, se enganchó con un yuppie soltero, le dejó los hijos al marido (los visita martes y jueves) se la pasa de Spa /After Hours/ Pilates y vive de compras.
Pero no. No fue así.
Vero sigue feliz en su hogar, incluídos baños, cónyuge, comidas y demás yerbas.
En realidad, el plumero logró fotalecer esta relación de pareja. Su marido consigue ahora "eso" que durante tantos años le había pedido y ella se negaba a entregarle por su estrechez.


8 comentarios:

  Anónimo

18 de agosto de 2008, 0:54

Buenísimo.
Please don't stop!
Es un universo muy particular el que relatás

  Paola Cescon

18 de agosto de 2008, 3:46

¡Gracias fiel Apodo! Quizás lo particular sea la forma, porque este universo, lamentablemente, es batante más común que lo deseable. Dont Worry, i´m not going to stop ¡tengo material vivido como para llenar varios blogs!!!!
Saludos!
Paola

  Anónimo

18 de agosto de 2008, 23:25

Paola, llego por primera vez a tu blog después de tus amables comentarios. Muchas felicidades por los textos. Gracias, saludos, y suerte...

  Juan Yanes

22 de agosto de 2008, 17:32

Olé la gracia y el salero de la niña y laS dosis de conocimiento de sociología de la vida cotidiana. ¿No estará utilizando usted la literatura como una forma de sublimación, verdad? Bromeo. Me ha gustado el texto y el tono ese que empleas, Paola, yo hubiera sido más cruel .
Por cierto, aquí nos vemos todos, el otro día le escribí a Alberto Chimal porque me gustan sus cuentos, pero no hay manera de encontrar sus libros... Un cariñoso saludo. JUAN

  Una

27 de agosto de 2008, 9:33

Coincido con Juan, tampoco yo podría haber tenido una versión tan amable con el tema y sin embargo es bonita de leer.
El "imperativo-suma-de-plumero" es bien conocido por todas aquellas que, aunque con ayuda, aunque no hagamos bifecitos y aunque con exitosos trabajos no abandonados tenemos marido e/o hijos. (Por primera vez uso el e/o nunca había tenido la oportunidad, albricias!!).
Imagino una caja de cristal en un museo, adentro un culo -extraído del cuerpo, sólo- y el plumero, como respuesta estética, al estilo Duchamp, de la amadecaseidad.
Bacione a tutti!

  Paola Cescon

30 de agosto de 2008, 14:20

Alberto: ¡Gracias por la visita! Genious Yanez anda buscando tus libros, si en España no se consiguen, imagináte en Argentina (puede llegar a ser con envío desde allá, pero la situación de este bendito país hace que sean inalcanzables)
Retribuyo saludos y mando besos.

  Paola Cescon

30 de agosto de 2008, 14:25

Juan, querido y adorado Juan!
Es que si doy rienda suelta a mi léxico, dicen que soy muy guarra...
Sociología cotidiana, ¡todo un Máster en mi haber! Y sublimar, una sublima, pero no particularmente en éste (mi comadre, que es real- real, me quiere asesinar y hay más de "Vero la comadre")
Te debo mail. A la brevedad, en cuanto desoville un poco el caos.
Beso enormísimo

  Paola Cescon

30 de agosto de 2008, 14:40

Una:
Éste lo escribí cuando aún me preocupaba por ser "amable" (viste que hay etapas en las que, de tan sacada, uno presta especial atención a la forma) Y sí, con ayuda, sin ayuda, con marido, sin marido, la cosa está compliqueti y, más, cuando una intenta no desaparecer consumida por el entorno. Aunque, al menos vos, me parece que esto de "remar" para no perecer en el intento, la tenés clara. Me encantó tu versión artística de la "amadecaseidad" ¡sería todo un lujo! La Una, la Dos o la Tres ¿tienen habilidades manuales?
Beso